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Elevarse en ningún estado mientras aminoran las dulces gotas deslizándose sobre la áspera piel del interior, pues sabe bien que la acidez de su expresión no sabe bien.

Imaginar tropezar con timidez en sus manos gélidas, la luna ya no está, ya no parece estar. Maníaca sensación del ojalá en su cara oculta, todos saben que no se muestra.

Huellas de mirlos caminando sobre la solitaria playa del olvido, aletean emancipados hacia la carretera norteña de la añorada Argentina.

Sutiles susurros al oído que hacen endulzar la miel, cristalecer las aguas, petrificar estatuas, son útiles para perdición; suspirar profundamente para después desprenderse del alma, querer mirar al alba sin parpadear, ni un segundo, quieto, inmóvil, inseguro, sobre todo, sin querer palpar los susurros.

Sonreir, sin pesares sonreír.

La 1 Barrera Rota 3.

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